Fue durante la investigación sobre el envejecimiento de los vinos blancos cuando esta barrica se reveló como una extensión natural del Ensamblaje B, ya que lo complementa.

 

El punto de equilibrio logrado con este cambio de perfil estaba a otro nivel, así que tuve que adaptar el proceso de tostado, que terminó yendo mucho más allá de lo que había imaginado en cuanto al tiempo necesario. Por eso diría incluso que paradójicamente, con más de 3 horas de tostado, el Selmer B («B» de «blanco») consigue mantener una línea fresca y bien definida sin perder la salinidad propia de los vinos blancos.

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Y, por supuesto, el Selmer B se adaptó para el vino tinto: la gama Selmer R («R» de «rojo»). Con mucha más profundidad de tostado, suele combinar un carácter floral con cuerpo y un final sápido.

 

Y, al poco tiempo, creamos una gama de vinos tintos ligeros que completa la gama: la Selmer S («S» de «singular»).